Un verano convencional añade de media tres kilos adicionales al peso de cada español, según la Sociedad Española de Endocrinología y Nutrición (SEEN). Cuánto ha podido influir en esta tendencia el anómalo veraneo de 2020, en el que muchos han visto sus actividades habituales al aire libre interrumpidas por la crisis sanitaria, todavía está por ver, aunque lo cierto es que el confinamiento ya sumó previamente entre uno y tres kilos a la mitad de los encuestados.
De este año puede ser el momento idóneo para plantearnos los cambios en nuestros hábitos alimentarios y de vida que nos ayuden a mantenernos en nuestro normopeso. Más allá de cuestiones estéticas, se trata de contener un problema de salud que en el mundo occidental ya alcanza rango de epidemia, la obesidad, y la enfermedad metabólica más habitual que crece en paralelo, la diabetes de tipo 2. En ese sentido, una pérdida de peso no solo sería capaz de frenarla sino incluso de revertirla, es decir, 'curarla' en la práctica, si se hace a tiempo.

Estas son las conclusiones de un trabajo realizado por investigadores de la Universidad de Cambridge (Reino Unido) y presentado en el Congreso de la Sociedad Europea de Cardiología (ESCardio), celebrado de forma digital este año. La diabetes tiene un componente genético, apuntan los autores, por lo que en base a los antecedentes familiares se puede anticipar cuáles son los pacientes de riesgo. Pero al contrario de la diabetes de tipo 1, que es congénita, la de tipo 2 se puede contrarrestar con una alimentación saludable y un Índice de Masa Corporal (IMC) adecuados.
Pérdida De Peso En Personas Mayores ¿cuándo Preocuparse<'
Debido a que nacemos con unos genes determinados, sería posible identificar de forma temprana quién tiene una alta probabilidad de desarrollar diabetes durante su vida, explica el profesor Brian Ference, que ha liderado el trabajo. Hemos llevado a cabo el estudio para averiguar si la combinación del riesgo heredado con el índice de masa corporal (IMC) podría servir para identificar a las personas con mayor riesgo de padecer diabetes. Los esfuerzos de prevención se enfocarían entonces sobre ellos.
Para ello, recurrieron a los datos proporcionados por 445.765 adultos al BioBanco del Reino Unido, con unos 57 años de media y con una proporción aproximadamente similar de hombres y mujeres. En base a 6, 9 millones de genes, se estableció el riesgo hereditario de desarrollar diabetes para cada participante, tras lo cual fueron divididos en cinco grupos. También se calculó el IMC para cada uno, lo que también dio lugar a otra clasificación en cinco niveles. A continuación se realizó un seguimiento hasta que cumplieron los 65 años de media. Al término de este periodo, 31.298 de ellos se habían vuelto diabéticos.
Observando los datos, pudieron comprobar que los miembros del grupo con el mayor IMC -con una media de 34, 5 kg/m2) tenían una probabilidad hasta once veces superior de desarrollar diabetes que los del grupo del IMC menor (21, 7 kg/m2 de media). Todo sumado, quienes tenían el mayor Índice de Masa Corporal demostraron las mayores probabilidades de padecer la enfermedad metabólica, con indiferencia de la predisposición genética. Los hallazgos indican que el IMC es un factor de riesgo de diabetes mucho más poderoso que los genes, valora Ference.
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En una segunda fase de la investigación, los autores aplicaron métodos estadísticos para estimar si la probabilidad de diabetes en personas con un IMC alto sería aún mayor si tuvieran sobrepeso durante un período prolongado. Sin embargo, la duración del sobrepeso no demostró influir en el riesgo de diabetes. Esto sugiere que, cuando las personas cruzan un cierto umbral, su riesgo aumenta y permanecen en un alto nivel independientemente de cuánto tiempo se exceden en su IMC, explican.
Los hallazgos indican que la mayoría de los casos de diabetes podrían evitarse manteniendo el IMC por debajo del límite que desencadena un nivel anormal de azúcar en la sangre, concluye Ference. Esto significa que para prevenirla, tanto el IMC como el nivel de azúcar en la sangre deben evaluarse con regularidad. Y que podría ser posible revertir la diabetes perdiendo peso en sus estados iniciales, antes de que se produzca el daño permanente.
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Una de las enfermedades más comunes que se traducen en una pérdida de peso inexplicable a simple vista, es la mal absorción de algún nutriente. Estas malas absorciones suelen ser las causantes directas de la pérdida de peso, que a veces ocurre de manera brusca. Sin embargo, en algunas aunque raras ocasiones, la mala absorción de los nutrientes puede ser el resultado de otra enfermedad subyacente y, por lo tanto, ser solo la causante indirecta de la perdida de peso.

A continuación hablamos de algunas de estas enfermedades que podrían estar relacionadas o que podrían estar causando una pérdida de peso brusca en los niños. Como hemos mencionado antes, ante este adelgazamiento repentino, hay que acudir al pediatra para encontrar el origen de esta bajada en los kilogramos que muestran la báscula.
El cuerpo necesita un amplio rango de micronutrientes, además de los macronutrientes (proteína, grasa e hidratos de carbono) para funcionar, por lo que la falta de alguno de ellos puede generar pérdida de peso.
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La anemia es la más frecuente de estas malas absorciones. Un nutriente necesario, como es el hierro, no se está administrando, se administra en cantidades inferiores a las necesarias o algún otro compuesto, como la fibra, dificulta su absorción, lo cual resulta en una pérdida de peso.
Tras hacer unos análisis, el pediatra podrá determinar si tu hijo tiene anemia y si necesita algún cambio de hábitos alimenticios o algún tipo de tratamiento. No dudes en consultarle si sospechas que tu niño o niña podría estar teniendo anemia.

Otro ejemplo de mal absorción podría darse con las vitaminas. Aunque no es tan común, deben también descartarse cuando se observa un adelgazamiento drástico en un niño. Algunas de ellas han tenido gran importancia a lo largo de la historia, como la deficiencia en vitamina B3 o Niacina, que causa pelagra, la falta de vitamina C, responsable del escorbuto, o la mal absorción de vitamina D, causante del raquitismo.
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El doctor de tu hijo podrá darte algunas pautas a seguir para mejorar el estado de salud de tu pequeño y que no se siga produciendo esta baja de peso brusca.
La celiaquía o intolerancia al gluten, pero también la intolerancia a la lactosa o los problemas metabólicos como la diabetes también pueden estar relacionadas con una bajada de peso repentina a un niño. Tampoco podemos dejar de lado las alergias a ciertos alimentos, como la alergia a la proteína de la leche de vaca, ya que estas también pueden resultar en una pérdida de peso difícil de explicar.
Si bien estas no son mal absorciones en sí mismas, el resultado es el mismo, ya que un nutriente no se asimila, el organismo se resiente y se produce, entre otros síntomas, una pérdida de peso. Una vez más, el médico tendrá que hacer las pruebas médicas indicadas para hacer el diagnóstico y, posteriormente, establecer el tratamiento más adecuado según las necesidades del niño.

Enfermedad De Crohn, Vascularización Y Adelgazamiento Severo De La...
Nos referimos a, por ejemplo, una diarrea pasajera causada por un virus o infección bacteriana, o más serios, como la enfermedad de Crohn. Las alteraciones de la glándula tiroides causan también pérdidas drásticas de peso. Los padres debemos estar alerta para detectar aquellos síntomas que podrían llevarnos a intuir que nuestro hijo tiene un problema de salud.
Los desórdenes alimentarios, como la anorexia nerviosa o la bulimia, aunque no son muy comunes en la primera infancia, si lo son en la adolescencia, y cada vez más temprano desafortunadamente, por lo que, ante un adelgazamiento, es conveniente estar atentos a la actitud del niño o adolescente frente a la comida.
También deben observarse cambios en el comportamiento y/o problemas psicológicos como la depresión o la ansiedad, que pueden ser derivados de problemas en casa (divorcio, nacimiento de un hermano...) o en el colegio (cambio de colegio, acoso escolar...) y pueden incurrir en una pérdida de apetito y de peso.
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Aunque lo más probable es que la pérdida de peso del niño, aunque sea repentina y brusca, no sea resultado de una enfermedad grave, conviene consultar al pediatra cuando se observe un cambio de actitud hacia la comida. Sobre todo, debemos estar alerta si se produce una perdida superior al 5 por ciento del peso o una reducción dramática
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